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martes, 4 de marzo de 2014

ALMAS PERDIDAS: Capítulo 1: Regreso a casa






CAPÍTULO 1: REGRESO A CASA




Le contesté a mi madre que si aceptaría regresar vivir a la casa. Ni siquiera lo medité; con tal de salir de la casa de mi suegra, donde las hermanas de Alejandro me habrían tratado con la punta del pie, lo menos que quería era seguir compartiendo el mismo techo con esas arpías.

Sin dudarlo, le dije a mamá que a finales de marzo nos iríamos Alex y yo a 'cuidar' la casa, que no se preocupara, que todo estaría bien. En esos momentos no recordaba o no quise recordar todo lo vivido. Los recuerdos sólo eran negativos viejos y borrosos en mi memoria. O eso quería creer.

Poco sabía Alex, sólo le había contado pedazos de una historia que quería dejar en el olvido. Creo que él pensaba que yo era demasiado novelera, y que había visto demasiadas películas como para tejerme una historia, y que todo era producto de una imaginación muy desarrollada.

Hace ya más de un año, cuando andábamos en el carro, le hice mención sobre la casa en la que había vivido casi toda mi vida, y de la cual había dejado unos años, en la que salí huyendo o más bien algo hizo que huyera realmente.

No creo que quieras saber por qué salí de esa manera de casa de mis padres— le dije, con cierto tono de ironía.

Pues, nunca has querido. Sólo lanzas frases a medias, pero no quieres ahondar.

Lo que tenga que decir no es para escépticos- señalé — como justificándome.

Pero deberías de confiar en mí. Las parejas se cuentan todo ¿o no?

No siempre Alex. No siempre. A veces uno tiene sus secretos. —lo dije más para mí que para él.

Pero no quiero que tengas secretos conmigo.

Está bien. Algún día, cuando tenga tiempo te contaré. La historia es larga.



Y mientras Alex manejaba rumbo a casa, absorta en mis pensamientos, dudaba un poco sí platicarle todo a Alex, y no por falta de confianza, sino porque no quería de nuevo tratar de entender lo ocurrido. Ya que uno siempre quiere interpretar los hechos, pero a veces la comprensión sale sobrando.





★ ★ ★



Ese domingo de visita a casa de mis padres, le conté a mi mamá que mis cuñadas me estaban haciendo la vida imposible. No sabía por qué, pero así era. Eso podía afectarle al bebé, así que quería pasar los últimes meses de gestación en una ansiada tranquilidad.

Mi madre me observó, y me dijo que le comentaría a papá, lo de la idea que habíamos tenido de vivir unos meses en aquella casa, mientras esperaba mi crédito hipotecario. Y sobre todo, lo más importante, la llegada del bebé.

Las dos convenimos en que era lo mejor, para mi tranquilidad y la del bebé, pues hacía unas semanas que me habían dado de alta de la clínica por una amenaza de aborto. Mi primer bebé. Amaba a mi bebé y no quería perderlo.

Esa tarde comí con mi madre y Alexa, mi hermana menor. Fuimos un rato al parque. Yo ya no podía caminar con agilidad, me pesaba la panza, sentía una enorme barriga, eso que apenas tenía cuatro meses de embarazo. Si alguien me veía por la espalda pensarían que no estaba embarazada, era sólo mi panza la que sobresalía. No, aún no tenía la seguridad del sexo de mi bebé. Creí que sería niño.

Oscurecía, mi padre ya estaba enterado que quería regresar a aquella casa. No opinó, sólo dijo que le parecía bien. El pasado estaba enterrado. Ahora lo importante era el bienestar, y si mis cuñadas no me lo brindaban, yo debía volar de nido.


Bueno, ahorita que venga Alex platicamos con él.—dijo mi madre.—Que sepa que decisión has tomado—.

Si mamá, déjame le marco.—Cojo el celular.

<<Alex, puedes venir por mí ya. Es hora de ir a casa>>.

<<Sí amor, voy para allá>>.

Ya viene mamá.


Guardo el celular en mi bolsa, mientras esperamos a Alex, mi papá me dice que no me preocupe por nada, que ellos se harán cargo de los recibos para los servicios básicos de la casa. Sólo hay que darle una manita de gato, pues abandonaron la casa hace cuatro años aproximadamente.





★ ★ ★






Ya tomada la decisión de irnos de casa de mi suegra. Alex y yo nos dirigimos a casa a dormir. Nos esperaba una jornada larga. Teníamos que preparar la mudanza. Las mudanzas son desgastantes. Si lo sabré yo, que me he mudado más de diez veces. No había encontrado tdavía mi hogar, y ya era hora que me establecería, pues ya con un bebé, sería difícil andar de aquí para allá.

Cuando le comentamos a mi suegra Magda que pronto nos mudaríamos de casa, para ya no tener problemas con sus hijas, le dio tristeza. Ya estaba acostumbrada aún con peleas y problemas, a que todos estuviéramos ahí. A que compartiéramos la casa. Más aún, que Alex, es uno de sus hijos favoritos, al que consiente demasiado. Ella lo ha maleducado un poco, nunca le puso límites. Y le dio demasiada libertad, cosa que yo, en lo particular, no estaba muy de acuerdo.


Hija, pero ¿por qué se van?

Ya le habíamos dicho suegra, que sí las cosas seguían igual con Miriam, teníamos que abandonar la casa. Yo no voy a seguir aguantando más discusiones. Y ahora con lo del bebé, menos.

Te entiendo hijita, ¿ya lo tienen decidido?

Sí mamá—refunfuñó Alex—, ya está decidido, no hay vuelta de hoja. Así lo quiere Elisa.

¿Y cuándo se van?—preguntó mi suegra con tristeza.

El sábado que viene —digo mirándole—.

Pero es el cumpleaños de Alex —afirma.

Lo sabemos mamá —le dice dándole un beso en la frente—, aún así nos marcharemos ese día.


Y a decir verdad, la señora Magda, era como mi segunda mamá. No todas las suegras son espantosas como las pintan la mayoría. Creo que soy afortunada de tenerla. No sólo me abrió las puertas de su casa sino de su corazón. Pues me hice confesiones que no a cualquiera se las daría. Y yo gustosa la escuchaba con el afán de que pudiera desahogarse, de liberarse. Pues en sus ojos se escondía una tristeza añeja, que yo a lo lejos podía oler.

Esa noche no pude dormir, creo que eran ya muchas emociones en los últimos días. Necesitaba estar sola, estar conmigo misma. El tener un bebé no es cualquier cosa, no es una mascota ni un mono de peluche. Yo no tenía idea para nada de bebés, mi mundo estaba muy alejado de las mamilas y las chupetas. Dios mío, me sentía tan pero tan ignorante. Que aún con miles de libros sobre bebés no llenarían todas las lagunas que profería mi mente.




★ ★ ★





Llego el cumpleaños de Álex y ese día nos mudaríamos. Me levanté temprano. Sentí demasiadas naúseas. Algunas cosas ya las había guardado con anticipación las noches anteriores, en las que me desvelaba viendo novelas de antaño, pero era la única manera de distraerme. A veces me daba por tejer, tejía con un estambre azul, haciendo chambritas para cuando naciera mi bebé. Alguna que otra lágrima se me escapaba y se evaporaba así de rápido con el calor que se sentía en el cuartito.

Me dirijí a la tienda antes de ponerme manos a la obra, también me faltaban bolsas grandes negras de plástico para guardar más ropa entre otras cosas. Me compré un jugo grande de naranja y unas galletas para apaciguar mis tripas. Tenía mucha hambre, pero quería acabar antes de que llegara Alex del taller mecánico. A buena hora andaba fallando el carro, pero lo necesitábamos para transportar nuestras cosas.

Alex tardo tanto en llegar para que me ayudara con la mudanza. Le reclamé su tardanza, ya se me había olvidado, con lo de la mudanza, que era su cumpleaños. No recuerdo si lo felicité, más si le di un gran abrazo y lo apuré para ir guardando nuestras cajas, bolsas; nuestros recuerdos también iban ahí en ese par de maletas y objetos sin valor.

Son muchísimas cosas Elisa —me regañó Alex— ¿No prefieres que dejemos la mitad para después?.

No, no quiero regresar y ver las carotas de tus hermanas. Prefiero que lo llevemos todo, aunque sea agotador. En verdad lo prefiero.

A ver si el carro nos nos hace una mala jugada.

Esperemos que no, vamos apurarnos, para poder en la noche celebrar tu cumple, ¿Qué te parece?

Bueno vamos.



Muy apenas pudimos acomodar las cosas en el carro, por fortuna no teníamos muebles que transportar, sólo algunas mesitas y estantes. Mis papás acordaron conmigo de que ocupara las cosas básicas que se habían quedado en la casa. Al parecer habían dejado algunas cosas, no todo se habían llevado cuando al igual que yo, también se habían salido de esa casa.


4 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Es un buen comienzo. Me dejaste con la intriga.

Azulia dijo...

Demiurgo, gracias por leerme... poco a poco iré subiendo los capítulos... qusiera subir todos, pero me falta tiempo... Saluditos

Patricia dijo...

Me atrapo!!por la siguiente...

Unknown dijo...

se ve interesante sory ¡.. felicidades

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